lunes, 31 de octubre de 2011

¿Qué se pide cuando se pide independencia?

Un temporal azota Euskadi
Es realmente complicado hacer que un economista entienda (hoy) el concepto de nación. Desde nuestro punto de vista, existe una esfera de decisiones que tomar de forma individual y otra esfera de decisiones que tomar de una forma conjunta, en sociedad. Decisiones tales como “cuántos parques queremos pagarnos a costa de consumo privado”, “cómo debemos redistribuir el dinero”, etc, etc, etc. La sociedad, a su vez, no se define de una forma arbitraria, sino en función de las decisiones a tomar y las personas implicadas. ¿Tengo yo que decidir cuánto se gasta un salmantino en unos parques que sólo visitaré en virtud de turista? Desde luego que no. Sin embargo, si Salamanca y Zaragoza comparten una misma moneda, la decisión social de cómo gestionar la política monetaria sí nos incluirá a ambos a la fuerza, puesto que la impresión de euros, con indiferencia de dónde se realice, nos afecta prácticamente por igual.

Es por esto que la sociedad acaba necesitando dividirse en “niveles” de decisión, en función de la materia a tratar. A saber, en el día de hoy el municipio de Zaragoza estaría incluido en la ONU, en la Unión Europea, en el G20, en España, en la comunidad de Aragón, en la provincia de Zaragoza y, por último, tendría una esfera de decisión exclusiva como ciudad. Aún es más, un ciudadano zaragozano también estaría incluido en su barrio, su asociación de vecinos y, poniéndonos quisquillosos, el grupo de personas con el que comparta su vivienda. ¡Todo esto aparte de su extenso abanico de decisión individual!


Así, cuando un grupo de personas se ponen de acuerdo en reclamar la independencia de su nación, ¿exactamente, qué reclaman? ¿total libertad para actuar como les dé la gana, en detrimento de sus vecinos si se da el caso? ¿o, exclusivamente, el apelativo de nación?

Es un matiz muy importante, y para muestra un botón: Cuando un gobierno establece estímulos fiscales para reactivar la actividad económica de una sociedad, importa poco dónde realice el gasto en términos geográficos, pues la observación nos ha demostrado que el mismo se filtra interregionalmente y acaba afectando en un área geográfica francamente vasta. Pongamos que ahora, a las regiones afectadas, les preguntamos si desean participar (con su bolsillos) en el gasto que supone el estímulo o no hacerlo, pero sabiendo que el resto sí lo harán. De no entrar la solidaridad de por medio, ¿por qué iban a gastarse nada, pudiendo beneficiarse igual?

Por supuesto, éste es un problema que puede solucionarse mediante el establecimiento de fronteras, aranceles y todo tipo de trabas a la interacción, si es eso lo que queremos. Al final todo constituiría por tanto un análisis coste-beneficio, y el coste de poner barreras estrictas -nos dice la historia- es tan elevado, que no suele tener mucho sentido recurrir a medidas así, por mucho que sean legítimas.


De todas formas, las voces independentistas que se escuchan en España no acostumbran a seguir este camino. No se trata de un “quiero establecer esta medida”, o “estoy dispuesto a cerrar mis fronteras para adoptar tales políticas”. La independencia no conforma un medio, sino que es un objetivo en sí. Y el conflicto, en estos términos, se reduce a la tontería siguiente: Si un país consigue la independencia, una serie de personas (los independentistas) se ve afectada positivamente al conseguirla, y otra (constituída por los anti-independentistas) se ve afectada negativamente. La decisión debería estar, por tanto, en manos de todos: Una región, hemos quedado, no debe tomar nunca por su cuenta decisiones que afecten negativamente a las que le rodean...

Claro, llegados hasta aquí, la pregunta más acertada que cabría hacerse es: ¿Y si a un zaragozano le molesta que Salamanca esté muy bonita con un montón de parques? ¿No debería ese maño tomar parte en la decisión de cuántos parques se construyen en Salamanca?

Y la respuesta es... que sí, sin dudas. Viéndolo así...


Pocas vueltas más hay que darle para deducir que el debate tendría que llevarse un poco más allá. Quizás convertirlo en conflictos más auténticos, buscar la lógica. Por ejemplo, ¿quizás no sea tan descabellado eliminar de las aulas el castellano en una sociedad donde el idioma común es (se supone) el inglés?

Sé que al final el debate es una competición más de las que tanto nos gustan, Apple contra Android, un PP - PSOE o un Barça - Madrid, donde nuestra opinión está sentenciada mucho antes de entrar a debatir. Pero, a favor de la cordura, siempre quedará un punto de vista objetivo. Supongo que la labor científica aquí se reduce a... demostrarlo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Desenmascarando... la dación en pago

La crisis económica ha llevado a mucha gente a una situación condenadamente trágica. Una situación muchas veces francamente injusta y que, en un ejercicio de humanidad, deberíamos considerar un problema social, de todos, y no solo de aquellos directamente afectados. Llámalo solidaridad, llámalo 'te podría tocar a ti mañana', lo que importa es que nuestro bienestar está directamente ligado a nuestro comportamiento social y, por más que muchos (por lo general no economistas) así lo afirmen, no hay espacio en la ciencia económica para refutar esta sentencia.

Manhattan desde el Empire State in Tilt Shift


Sin embargo, no por ello todo se convierte en el mundo de Oz y el país de la piruleta. Cuando un problema se trata obviando el rigor conveniente, se produce necesariamente un cisma entre la lógica e intereses y sinrazones que acaba conduciendo a la inmovilidad más nociva para los propios decisores. Ya lo vimos hace unos años, cuando se probó que, tal como defiende la ciencia económica, era necesaria una estricta regulación de sistema financiero, y acabó por no hacerse nada. Lo hemos visto en Grecia, un país donde se ha insuflado una ingente cantidad de dinero para no ser capaz de tomar las decisiones oportunas sobre cómo gestionarlo, y resultando en una quiebra prácticamente total de su Estado y en una tensión al alza de su moneda. Y bien, ahora lo estamos viendo en la gestión del problema hipotecario, una auténtica confrontación entre agentes que en su día casi se peleaban por endeudarse y que hoy, tras una enorme inversión fallida, reclaman una solución que no afecte a sus bolsillos.


'Los banqueros son unos cerdos' nos hartamos el Sábado, 15 de Octubre, de oír en las calles. 'Podrían condonar toda la deuda de las familias desalojadas y seguirían obteniendo beneficios, razón por la cual debería establecerse con carácter retroactivo la dación en pago'.
Pues bien, dentro de las limitaciones del blog, como siempre, aquí vamos a buscar una versión, cuanto menos... más completa. Qué menos que intentarlo:

En primer lugar, deberíamos hablar de las familias afectadas. Sin dar roles de buenos y malos, son familias que en su momento se aprovecharon del sistema de responsabilidad ilimitada (esto es, puedo comprometerme con mi banco cuanto quiera) para adquirir inmuebles como si no existiera un mañana. ¿Estaban obligados a hacerlo? ¿No existía más opción? Sí, si que existía, y pasaba por la posibilidad de negociar con tu banco una responsabilidad limitada (a cambio de un aumento sustancial en los intereses, por supuesto), adquirir un vivienda más barata o, como la mayoría parece estar olvidando, tirar de alquiler. España, un país que siempre ha brillado por sus lazarillos de Tormes, tiene el honor de ostentar el puesto de país donde más se compra, y menos se alquila, y de hacerlo además con diferencia. ¿Que comprar ha sido históricamente una gran opción porque implicaba beneficiarse del aumento en el precio de la vivienda? Puede ser, pero a eso se le conoce como especular, y se trata de una forma de obtener riqueza francamente improductiva que consiste en asumir un riesgo. Y los riesgos, hasta donde yo sé, no siempre tienen que salir bien.

Claro, que entre las medias verdades que se nos han contado está la de que estas familias no eran conscientes del riesgo adoptado. 'Un sistema complicado les ha metido en una situación a la que nunca creyeron estar expuestos'. Ajá. Lo mismo le pasa a un excompañero drogadicto; su problema es el resultado de un conocimiento impreciso sobre biología. ¿Han probado a preguntarle a alguien qué sucede cuando uno no puede pagar una deuda? Si todos pensaban que los impagos se solucionaban mediante una dación en pago, ¿por qué creían que el banco estaba interesado en un aval? Es innegable que el sector bancario se ha aprovechado en multitud de ocasiones de la imprudencia de su cliente para establecer unas cláusulas abusivas, pero existe una tremenda distancia entre el negro y el blanco, y el problema que tratamos es de un gris bastante claro. Y es que nadie ha firmado una hipoteca obligado.

Seguimos, puesto que otro de los baluartes de quienes defienden la dación en pago es que nadie es responsable de una crisis económica, y por tanto es injusto que tenga que pagar sus consecuencias. Y estoy de acuerdo. Pero la crisis sigue existiendo. No existe manera de que deje de hacerlo. Y, si bien se condena al economista académico por su incapacidad para predecir el cómo y el cuándo, cualquiera que viese en tiempo de bonanza los medios era perfectamente consciente de que existía una burbuja inmobiliaria que había de acabar pinchando, y que llevaba inflándose mucho más tiempo del esperado. Ahora resulta que la masa de fondos que prefirieron desoír el advenimiento del desastre y continuar invirtiendo en ladrillo porque la rentabilidad de hacerlo era enorme, merecen ser perdonados. Una inversión de alto riesgo y alta rentabilidad sale mal, ¡y la culpa es del banco! ¡y es el banco quien tiene que pagar por ella!


Y es que somos un pelín hipócritas al juzgar el comportamiento de los bancos en todo esto. Al fin y al cabo, su papel ha sido sustancialmente el de permitir la especulación a quien optase por esta vía. Ahora que ha salido mal, se dice que el banco tiene la obligación de prestar activos de alto valor y después reobtenerlos a un precio más bajo cuando la jugada acaba en pérdidas. Claro. Pero la pregunta es, ¿en esas condiciones, los habría prestado? ¿es que no tienen ningún valor los contratos firmados? ¿no existe la seguridad jurídica? Se trata de algo demasiado grave para cambiarlo como si no pasase nada. No hablamos de un cambio concreto; hablamos de la deslegitimación de un sistema jurídico al completo. De aprobarse una medida como ésta, todos los acuerdos futuros se verían obligados a añadir una 'prima' que compensase la posibilidad de que, de la noche a la mañana, un gobierno se decantase por hacer que tal acuerdo no tiene ningún significado.  Y aquí saltan preguntas como: ¿por qué nadie se quejó ANTES de que todo explotase en nuestras manos? ¿dónde estaban esas voces? ¿acaso eran los contratos tan opacos que nadie era capaz de descifrarlos? Tenemos un problema de inconsistencia temporal muy, muy parecido a lo que se conoce como demagogia. Hubo tiempo para manifestaciones y para críticas antaño; y nadie le quiso hacer caso. ¿También tienen de eso la culpa los bancos?

Para terminar, por no hacer el texto más largo, conviene aclarar algunas cosas. En primer lugar, cuando uno compra una casa adquiere al tiempo la posibilidad de adaptarla al gusto subjetivo. Cada cambio aporta valor al inmueble para ti, pero si no se incluía de serie por lo general hace lo contrario a ojos del mercado. Es decir: Está muy bien que quieras una habitación menos a cambio de un salón con más espacio, pero tu casa baja de precio por ello. Si esa casa se devuelve tal cual al banco, esa bajada de precio la asimila la entidad, que te vendió tu casa con menos salón y más cuartos. En segundo lugar, cuando una familia sabe que va a ser desalojada tiende a descuidar el cuidado de su hogar, restando de nuevo valor al inmueble. Es algo más que un supuesto: cuando un piso está a las puertas de ser devuelto, automáticamente los pisos que le rodean bajan de precio. De nuevo, le exigimos ese sacrificio al banco. Por último, el agujero creado en nuestra banca por el impago de viviendas es MUY superior al que publicitan los propios bancos (4000 millones de euros). Y es que aquí nadie piensa en el perjuicio que supone para un banco que sus inversores vean posible un cambio de reglas que los deje en quiebra.

Ojalá todo fuese mucho más sencillo y evidente. Sería ideal que todos pudiésemos decantarnos por los buenos, que los economistas no hicieran falta y que todo se solucionase con un par de razonamientos básicos. Pero no lo es. Por fortuna, existe una serie de profesionales tratando de solucionar cada uno de nuestros mayores problemas como especie. Incluido, por supuesto, éste.

martes, 27 de septiembre de 2011

La soberanía de las expectativas: Un juego de tronos

Libre mercado: Sistema que se ajusta por el mecanismo de precios. Si sube el precio de algo, la gente deja de comprarlo; y viceversa.

Tu medio de información favorito, hace unos cinco años: Sube el precio de la vivienda, y los compradores... aumentan su demanda: Lejos de querer comprar menos, ¡quieren comprar más!

No hay más que acudir a las cifras para ver que algo no está funcionando como debiera en el sistema de ajuste vía precios. Pero es que claro, si yo compro algo por 100€ y mañana lo puedo vender por 200€, ¿quién puede decir que su precio no es el segundo, sino el primero? En un sistema donde los precios pueden bailar en un son propio, ¿qué importa más, el valor actual de mercado o el valor esperado?

Se trata del problema de las expectativas; con toda probabilidad, bujía de los desastres más graves de la economía moderna. La causa implícita de todas las burbujas: la razón por la que desde Grecia hasta Francia podrían quebrar este Sábado, tras pronunciar cualquier ministro del ECOFIN unas palabras inadecuadas o con un matiz desacertado.


Y es que comportarse acorde a las expectativas es algo lógico, y desde luego lícito, pero entraña dos problemas de peso:

a) Las expectativas pueden no cumplirse. Al no cumplirse, automáticamente la economía sufre un coste de eficiencia, puesto que su reparto de recursos se basaba en tales expectativas, y de haber conocido la realidad futura con certeza dicho reparto se habría modificado.

b) Al contrario que los precios, las expectativas no dependen tanto de vendedores y compradores como de medios de prensa, agentes de gobierno, agencias de rating y una serie de personalidades.


Claro, esto nos mete en un planteamiento muy, muy complicado. Si el sistema no funciona por precios, sino por expectativas, y las expectativas no dependen de los agentes del mercado, sino de otros entes... ¿qué gracia tiene el susodicho libre mercado?

Lo peor llega cuando tales entes, los responsables de nuestras expectativas, tienen sus propios intereses particulares: Sea ganar unas elecciones, conseguir favores políticos o beneficiar deliberadamente a una empresa (cuando no a la propia) a cambio de favores/dinero/loquesea, son muchas y muy habituales las razones que pueden conducir a la manipulación de nuestro comportamiento. Una palabra de Lagarde, y las bolsas se desploman; una insinuación de Steve Jobs, y las acciones de apple se disparan; un artículo hablando de la bajada del precio de la vivienda en El País, y las ventas de pisos se reducen, y todo cuando, realmente, no ha pasado nada.

Así, acabamos encontrándonos bajo una economía semi-planificada, tan criticada por los máximos defensores del libre mercado, pero no planificada por una sociedad bajo un sistema democrático... sino dirigida por un pequeño número de individuos según sus intereses individuales.

¿Cómo combatirlo? Sinceramente, lo desconozco. Y, desgraciadamente, tal manipulación de nuestro comportamiento incluye -cómo no- la elección de representantes políticos, salpicados de toda esta podredumbre como los que más. Podrido, sí, podrido es quizás el término que mejor podría describir el avance moderno. Unos pocos agentes jugando a las marionetas con una sociedad entera que, buscando su propia felicidad, baila a su son víctima del desconocimiento.

Creo, entiendo, que encontramos en este mecanismo un enemigo común para los economistas del mundo entero, cualquiera que sea su ideología. Porque, cada vez más, estamos dejando de jugar al juego de la economía, para abandonarnos al comportamiento del borreguismo.

¿Lo peor? Lo peor es continuar con una discusión idiota entre socialistas y “neoliberales”, si es que aún existen ambos, en lugar de enfocar nuestra atención hacia la fuente de nuestros problemas. Lo peor es que las mentes críticas se rebocen en su propia mierda, al tiempo que unos pocos consiguen engañarnos, y que las pocas voces sensatas que llegan hasta los medios sean rápidamente desatendidas por la falta de interés.

Unos manejan, y otros se dejan. Y mucho me temo que así ha de seguir hasta alcanzar un futuro que, cada vez con más fuerza, toma forma de pasado.

sábado, 17 de septiembre de 2011

La física de las ciencias sociales (Donald Marron)

Os dejo un aporte interesante escrito por Donald Marron, profesor invitado en el Instituto de Políticas Públicas de Georgetown (Washington D.C.) y asesor en el Congreso y la Casa Blanca, sobre la ciencia económica.

'La economía pretende ser la física de las ciencias sociales. Los físicos estudian el modo en que las fuerzas fundamentales de la naturaleza lo conforman todo, desde los movimientos de las partículas subatómicas hasta las órbitas de los cuerpos celestes. Los economistas, a su vez, estudian cómo las fuerzas sociales fundamentales lo explican todo, desde el precio del pan en la tienda hasta el diferente grado de riqueza de Estados Unidos y Zimbabue.


Este libro trata de los economistas que han logrado éxitos, pero la economía nunca será lo mismo que la física. En los dos últimos siglos, los economistas han desarrollado numerosas teorías muchas de las cuales se describen en las siguientes páginas, que explican cómo funcionan los mercados y cómo en ocasiones fallan, cómo toman sus decisiones los consumidores, los trabajadores, las empresas y los políticos, y por qué las economías crecen o se estancan.
No obstante, esas teorías tienen sus limitaciones, pues los seres humanos son menos predecibles que las partículas y los planetas. Las economías son complejas (como los ecosistemas), y en ocasiones no llegamos a comprenderlas del todo; nuestra incapacidad para anticipar la peor crisis financiera y económica que ha acaecido en ocho décadas es un lamentable aunque perfecto ejemplo de ello.
La ciencia de la economía es aún, pues, un proyecto en proceso de desarrollo; y es posible que termine pareciéndose más a la biología que a la física. Pero la economía no es solamente una ciencia. Muchos economistas, incluido yo mismo, creemos que nuestras visiones de cómo funciona el mundo deberían tener repercusiones a la hora de decidir el funcionamiento del mundo en general. Como consecuencia, las teorías científicas de la economía se desdibujan y se convierten en teorías políticas acerca de cómo debería ser una buena sociedad.
Las teorías, tanto científicas como políticas, pueden tener una gran repercusión. Como dijo John Maynard Keynes: «Las ideas de los economistas y los filósofos de la política, tanto si son correctas como si están equivocadas, son más poderosas de lo que normalmente se cree. De hecho, pocas cosas más aparte de ellas rigen el mundo. Los hombres prácticos, que se creen totalmente libres de cualquier influencia intelectual, normalmente son esclavos de algún economista difunto».'

Se trata de la introducción de su interesante obra: 50 teorías económicas sugerentes y desafiantes 





Altamente recomendado.


Artículos relacionados:
¿Qué es la economía?

martes, 6 de septiembre de 2011

Quitando la máscara del ahorro (I) - La igualdad ahorro-inversión

La palabra ahorro es, probablemente, una de las más populares en tiempos como los que corren. Echamos la vista atrás, encontramos un consumo que superaba con creces el que podía dejarnos satisfechos y, ante la escasez actual, nos castigamos: ¡Ay! Si hubiésemos ahorrado...
Pero es que ahorrar no es algo tan fácil; y desde este blog hemos invitado a un par de amigos, George y Lennie, para demostrarlo:

Lennie es un simpático personaje, grandote y torpe a partes iguales, que adora a los conejos, pero es incapaz de atraparlos. 
George, por su parte, es un hombre significativamente más hábil que Lennie, pero en absoluto alcanza su tamaño, y pasa auténticos apuros para cargar los fardos de paja que necesita mover a diario en su granja. 

Prácticamente hechos el uno para el otro, llegan a un acuerdo: George atrapará conejos para Lennie, que se los comprará a dos monedas por conejo, y Lennie cargará fardos para George, a moneda por cada fardo

Finalmente, el mejor equilibrio para ambos consiste en que, cada semana, George conseguirá un total de dos conejos (cuatro monedas) y Lennie, a cambio, cargará para él cuatro fardos (también cuatro monedas).

Todo funciona perfecto para ambos. Cada semana, Lennie se hace con dos conejos para acariciar, y George se libra de tener que cargar cuatro fardos, ¿acaso no era lo que pretendían?
Mas, cosas de la vida, ha de acabar llegando el ahorro a complicarlo un poco:

-He pensado, George -anunció de pronto Lennie -que sería bueno que ahorrase algunas de las monedas que me das. Quizás así, aunque tuviese que acariciar menos conejos por un tiempo, podría acabar teniendo muchas muchas monedas para comprarte material de la granja y que me hicieras un pequeño corral para criar mis propios conejos... ¡Podría tener cientos de ellos!

-Em... Lennie -reparó contrariado George, con cierto tono estupefacto -¿y cómo se supone que pretenderías hacer eso?

-Mira mira, te gustará, lo tengo todo pensado: Te cargo los cuatro fardos por cuatro monedas, pero, en lugar de dos conejos, te compro sólo uno, por sus dos monedas... Y así ahorraría dos monedas cada semana. En unas semanas, ¡podría comprarte el corral!


Arrojando su cigarro al suelo, el más pequeño de los dos hombres apoyó una mano sobre su compañero, en un gesto que no venía sino a decir "veamos, a ver cómo de dura tienes esa mollera".

-En verdad eres tan torpe como has parecido siempre, buen amigo. Pero no eres tan tonto. Si nada más me compras un conejo a la semana, ¿cuánto dinero ganaré yo?
-Dos... dos monedas, ¿no George?

-Y, con esas dos monedas que gano, ¿cuánto fardos podré comprarte? ¿seguiré comprándote cuatro, acaso?

-No... -respondió entonces Lennie, visiblemente afligido.

-¿Cuántos podré comprarte, grandullón?

-Dos, George, no te pases. Y no ahorro nada cambiándote dos fardos por un solo conejo, ya, ya lo he pillado.

-No existe el ahorro, Lennie. El ahorro es una ilusión. Y los hombres de verdad no vivimos de eso. ¿Por qué no vas acostumbrándote?




Recapitulando: Lennie decide ahorrar, disminuyendo los ingresos de George, que reducirá sus compras a Lennie hasta que éste vuelva a no ahorrar nada... y un par de tipos que estaban dispuestos a cambiarse cuatro fardos de paja por dos conejos, comenzarán a cambiarse menos.

Curioso, cuanto menos.

¿Significa esto que ahorrar es imposible? No, claro que no. Existen algunas posibilidades en las que nuestros chicos no han reparado: El día que George se percate de que Lennie pretende ahorrar exclusivamente para comprarle un corral a él  mismo, podemos dar por descontado que se golpeará la cabeza para castigar su propia estupidez. Efectivamente, no tendría mayor problema en perder algo de dinero durante unas semanas, ¡puesto que habría de recuperarlo todo! El proceso sería el siguiente:

Cada semana, Lennie cargaría los fardos por cuatro monedas, y George le vendería un conejo por dos. Sin embargo, al tiempo, George podría ir construyendo el corral para Lennie. Sabiendo que el grandullón empleará las dos monedas que ha ahorrado en comprar el corral, podríamos decir que George no ha perdido dinero, puesto que el corral que ha estado construyendo “vale” exactamente la cantidad de dinero perdido, que es lo que se pagará por él. Nos encontraríamos así ante lo que sería un claro caso de inversión y, como en nuestra historia, el hecho de que el ahorro exista es perfectamente factible en su convivencia.


No se trata de un mero ejemplo; en términos macroeconómicos, la cantidad total de ahorro e inversión han de ser idénticas para poder hablar de equilibrio. Y debemos poder hablar de equilibrio para poder hablar de sostenibilidad.

Así pues, nos encontramos ante la que probablemente es la identidad más intratable de la economía moderna: Una de las menos intuitivas, pero desgraciadamente elemental. La igualdad ahorro-inversión.

Matemáticamente es mucho más sencillo:
El dinero se mueve hasta distribuirse entre el conjunto de las familias por dos causas: Consumo e inversión.
Renta = Consumo +Inversión(1)

Una vez lo posean, las familias lo emplearán para dos fines: Consumo y ahorro.

Renta = Consumo +Ahorro

Creo que hasta George y Lennie estarán de acuerdo en que:

Consumo +Ahorro = Consumo +Inversión => Ahorro =Inversión

Y terminamos fijándonos en algo: Para que las familias ahorren más, han de consumir menos. Para que ese ahorro se sostenga, hemos defendido que ha de crecer igual la inversión. Por tanto, al hablar de "ahorrar más" estaríamos pidiendo un crecimiento de la inversión ante una disminución del consumo...

Contraintuitivo, por lo pronto. ¿Estamos de acuerdo?

Es por ello que el ahorro, como tal, no es sostenible por sí sólo. El esfuerzo de ahorrar por ahorrar es lo que hubiera llevado a Lennie y George a intercambiar tan sólo dos fardos por un conejo, y si hubieran seguido empeñados en ahorrar habrían acabado con todo intercambio cerrado.

#cuidadoconloqueopinamos

(1) En realidad, estamos obviando en esta relación la existencia de un sector exterior: Lo hacemos con afán didáctico, pretendiendo incidir exclusivamente en la naturaleza del ahorro. La relación exterior no influiría de considerar que el saldo exportaciones-importaciones no varía; de hecho, un aumento en el consumo empeora dicho saldo exterior, haciendo necesario un aumento en la inversión que iguale el aumento en el ahorro más el desajuste exterior para mantener el equilibrio.

viernes, 26 de agosto de 2011

Malvado déficit público (II): El texto de la reforma


Ya hablamos algo sobre la noticia, de voga en los últimos días, de incluir en nuestra constitución la limitación del déficit público. Hoy la información se ha actualizado: El artículo está definido, y desde aquí vamos a exponerlo y a hacer una lectura incómoda que alcance lo que el texto no incluye, pero dice.



Así, el artículo en cuestión es el que sigue:



Artículo 135

1. Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria.

2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros. Una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto. Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario.

3. El Estado y las Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por Ley para emitir deuda pública o contraer crédito. Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión. El volumen de deuda pública del conjunto de las Administraciones Públicas en relación al producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.

4. Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.

5. Una Ley Orgánica desarrollará los principios a que se refiere este artículo, así como la participación, en los procedimientos respectivos, de los órganos de coordinación institucional entre las Administraciones Públicas en materia de política fiscal y financiera. En todo caso, regulará: a) La distribución de los límites de déficit y de deuda entre las distintas Administraciones Públicas, los supuestos excepcionales de superación de los mismos y la forma y plazo de corrección de las desviaciones que sobre uno y otro pudieran producirse. b) La metodología y el procedimiento para el cálculo del déficit estructural. c) La responsabilidad de cada Administración Pública en caso de incumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria.

6. Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos y dentro de los límites a que se refiere este artículo, adoptarán las disposiciones que procedan para la aplicación efectiva del principio de estabilidad en sus normas y decisiones presupuestarias.

Disposición adicional única

1. La Ley Orgánica prevista en el artículo 135 de la Constitución Española deberá estar aprobada antes de 30 de junio de 2012.

2. Dicha ley contemplará los mecanismos que permitan el cumplimiento del límite de deuda a que se refiere el artículo 135.3.

2 (sic) Los límites de déficit estructural establecidos en el 135.2 de la Constitución Española entrarán en vigor a partir de 2020.

Disposición final única

La presente reforma del artículo 135 de la Constitución Española entrará en vigor el mismo día de la publicación de su texto oficial en el Boletín Oficial del Estado. Se publicará también en las demás lenguas de España.


Artículo que hasta la reforma, había sido tal que:

Artículo 135

1. El Gobierno habrá de estar autorizado por Ley para emitir Deuda Pública o contraer crédito.

2. Los créditos para satisfacer el pago de intereses y capital de la Deuda Pública del Estado se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de los presupuestos y no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.






Expuesto cuanto el nuevo texto redacta de forma explícita, vamos a atrevernos con la parte divertida: ¿Qué se puede leer entre líneas? ¿Qué nos está diciendo implícitamente esta reforma? No creo ser capaz de sacarlo todo, pero hay unas cuantas cosas que son, cuanto menos, de interés:

- Seguridad para los mercados: Señoras, señores, sabemos que nos están prestando dinero, y también que temen que no se lo devolvamos o que nos retrasemos en su pago. Razones no les faltan, nuestro déficit no es capaz ni de reducirse al 6%, un ya de por sí débil objetivo, pero llegará el día en que volvamos a crecer. Pues bien, llegado ese momento, estaremos obligados por nuestra constitución a sanear nuestras cuentas. Sea mediante impuestos, mediante recorte de gastos o mediante expropiación de bienes si es necesario, dejaremos de necesitar dinero externo y con toda probabilidad el préstamo regresará a sus manos. Así que, por favor... déjennoslo un poco más barato. Tengan en cuenta, cuanto menos, que somos ¡más exigentes que la eurozona!1


Fuente: Eurostat

- Control de las comunidades autónomas/entes locales: El déficit no es exclusivamente cosa del gobierno central, ni mucho menos. Es cierto que es él el que se encarga de aumentar el gasto en épocas de crisis, pero nuestro país es el 5º de Europa en el que más gastan las distintas regiones respecto al gasto total (un 48% del mismo).

Pasa que, por lo general, el gasto autonómico no se emplea en la recuperación económica, el sistema social ni políticas keynesianas, sino en la forma en que sus ciudadanos emplean el dinero en construir su ciudad. Ya sabéis, parques, transportes públicos, sistemas de alumbrado, etcétera y, por ello, un posible déficit está menos excusado.2

Además, deberíamos recalcar que dichos poderes autonómicos llevan mucho tiempo estando muy malacostumbrados. La mayor parte de sus ingresos no ha venido de la recaudación tributaria ni de contribuciones especiales, sino de la recalificación y posterior venta de terrenos públicos. Actividad que, como hoy todos sabemos, ya no funciona. Quizás es por eso que el déficit de las comunidades autónomas se ha convertido en uno de los principales problemas de la economía española.

¿No existían ya reglas para controlar dicho déficit autonómico? Desde luego que sí, pero eran incumplidas de forma constante; es un tema en el que nuestro país tiene una historia muy rara.3 De ahí el hincapié que este nuevo texto hace en el obligado cumplimiento del equilibrio presupuestario por parte de todos sus gobiernos, y no exclusivamente el central.

- Abstracción hipócrita: Se menciona en nuestra remodelada constitución, entre otras cosas, la excepción a la medida en épocas de recesión. Bien, recesión es un término que se emplea para hablar del momento en el que una economía deja de crecer, y que no incluye en absoluto la recuperación económica: toda la etapa en la que se vuelve la situación anterior a dicha recesión. Por ejemplo, hoy que España está creciendo al 0’8%, ya no puede hablarse de recesión, sino de una desgraciadamente lenta recuperación/reestructuración.

De acuerdo, pues esta espléndida reforma no contemplaría en absoluto el incurrir en déficit en la actualidad. Curioso que establezca esto un gobierno que ha visto cómo pasaba del superávit (porque a veces parece que olvidamos que nuestro país se encontraba en superávit antes del estallido de la crisis) a un déficit incontrolable que, en momentos de no-recesión, es incapaz de eliminar.

La última etapa de crecimiento económico ha durado muchos, muchos años: Suficientes para emplear el superávit de dichos años en el pago de cualquier deuda contraída con anterioridad. ¿Por qué esta posibilidad se ha vuelto, de repente, inconstitucional?

- Arbitrariedad constitucional: Ajá, así que se puede cambiar la constitución de la noche a la mañana, ¿no es verdad? Sé que no es tan fácil, que hace falta un acuerdo entre grandes partidos, pero se ve claro que una vez que existe esto cuanto anteriormente dictaba la constitución deja de servir para nada. Y si lo ve claro un estudiante de económicas, no te quiero decir como lo verán las agencias de ráting, o los inversores a los que con tanta ansia se intenta calmar. La seguridad/inmovilidad en materia de leyes puede ser mucho más importante que una modificación en pos de credibilidad. Básicamente: Modificación y credibilidad son términos contrapuestos. Y es que la imprecisión institucional es uno de esos factores clave que espantan la inversión extranjera.

- Términos en manos de “una ley”: Un poco más de lo mismo. Si impedimos el déficit, pero dejamos la definición de déficit en manos de una ley orgánica, más fácilmente modificable que la constitución, hacemos más bien poco con esta reforma constitucional. Por mí, casi mejor, porque no termino de comprender el sentido de todo esto, pero... no sé cómo explicarlo: Si el déficit de las CCAA ya estaba delimitado por una ley orgánica (LOFCA), y el gobierno central es el que establece esta medida... ¿qué ha cambiado? Tan solo la “credibilidad”... y acabamos de defender que no tanto.


Y, para terminar, os dejo un matiz que me parece relevante: Dos característicos países que incluyen el techo de déficit son Estados Unidos y Suecia. El primero, bandera del respeto por el sector privado, se ha visto forzado a aumentarlo a cada legislatura, prácticamente. El segundo, probablemente la economía del bienestar con más presencia del Estado, jamás lo ha hecho. Os enlazo un artículo muy interesante sobre el tema de la mano de @andresrguez: http://cienciasycosas.blogspot.com/2011/08/suecia-ese-pais-tan-neoliberal.html en respuesta a los que, vaya usted a saber por qué, consideran que se trata de un movimiento estratégico del malvado neoliberalismo, la banca, los masones o el dios de los pastafaris.

En resumen, una vez más: Un paso difícil de comprender que se suma a lo que parece que será una ajetreada temporada preelectoral.



1 Cuando la eurozona establece un techo de gasto, lo hace debido a la variación que la mala gestión de un país tiene sobre el euro más que por imponerles deberes. El criterio que pide reclama equilibrio presupuestario en situaciones de crecimiento económico de aproximadamente el 2%, así como superávit para economías que crezcan sobre el 3%, y el “límite de déficit” para hablar de equilibrio es del... ¡3%!

2 Se trata de una afirmación demasiado valiente: Los programas de inversión en infraestructura muchas veces justifican el déficit debido a lo que generalmente se conoce como la “regla de oro” de los equilibrios presupuestarios: Si yo invierto en algo (ejemplo, una carretera) que van a utilizar varias generaciones, lo justo es que el gasto se distribuya entre dichas generaciones, incurriendo para ello inicialmente en déficit. Se trata de una circunstancia ya contemplada en la LOFCA que regula el déficit autonómico en la actualidad, y también en el PEC europeo que regula el déficit estatal.

3 Las competencias autonómicas se establecieron tras la dictadura franquista como una cesión de poderes atribuídos al gobierno central. Los ingresos asignados para hacer frente a dichos gastos se plantearon con tal mal tino que fueron necesarias sucesivas donaciones del presupuesto nacional para sufragarlos, convirtiendo la circunstancia en “un cachondeo”.

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