Escrito por Germán García Aguilar desde No todo vale
A menudo me gusta hablar de lo desfasadas que están algunas ideas de las que se llenan la boca los ‘opinólogos’ -tanto amateurs como profesionales: políticos, periodistas y tertulianos- que nos rodean, pero coincidiremos en que si no digo por qué están desfasadas, casi sería mejor que no dijera nada. Es por eso que me gustaría compartir con vosotros uno de los múltiples conceptos en que me amparo. Se trata del fenómeno ‘free rider’, que apunta, bastante objetivamente, a lo adecuado que resulta que algunas decisiones las tomemos entre todos. Y creo que podrá ilustrarse de una forma bastante afortunada:
Imaginemos: Mañana tienes un examen. Eres más o menos consciente de la nota que sacarás en función de lo que estudies, y optas por estudiar, pongamos, nueve horas, para sacar un notable.
Nótese como tú mismo soportas el coste (estudiar nueve horas) y obtienes el beneficio (la nota).
En principio no habría mucho que objetar. Uno decide cómo sacrificarse en función de lo que gane a cambio, y emplea (en principio) su libertad en pos de su propio bienestar. ¿Quién podría, al fin y al cabo, conocer mejor que él la opción que le deja más satisfecho?
Ahora cambiaremos el escenario por el siguiente: Mañana, tú y tus compañeros tenéis un examen conjunto, de tal forma que cada uno responde a una parte y la nota global se asigna a todos vosotros indistintamente. Haces cuentas, y te percatas de que tu parte corresponde a 0,001 puntos de la nota.
La pregunta es: tú, que estabas dispuesto a estudiar nueve horas para sacar un notable, ¿cuánto estudiarás ahora?
Y la respuesta es evidente: Si lo que te preocupa es exclusivamente el resultado (y no tanto ‘ser responsable’, o ‘una persona de provecho’1), en ningún caso soportarás el mismo coste de nueve horas por un beneficio que no se verá ni tan siquiera reflejado en la calificación final. De hecho, el beneficio de tu estudio es tan, tan pequeño, que lo más probable es que no te salga a cuenta estudiar nada. Y, si todos tus compañeros siguen el mismo razonamiento, sacaréis un cero como una catedral.
¿Significaría esto que a ti y a tu clase os da absolutamente igual la nota del examen? ¿Que lo mejor sería que no estudiaseis? ¡En absoluto! ¡Tú estabas dispuesto a estudiar nueve horas para sacar un notable! ¡Lo sigues estando ahora...! Quizás no todos tus compañeros estén dispuestos a obtener tanta nota, pero es probable que ninguno abogue por el suspenso y que, por tanto, todos estuvierais mejor si estudiaseis de siete a once horas para sacar una nota apropiada. Lo que no quita que, por 0,001 puntos, nunca os vaya a merecer la pena estudiar a ninguno.
¿La solución? Tendríais que tomar la decisión entre todos: Podríais reuniros, votar el número de horas que querríais estudiar por una nota concreta, y quedar en una biblioteca para asegurar que, efectivamente, todos las estudiáis religiosamente. El resultado quizás no sea estudiar nueve horas por un notable, como tú querrías, sino estudiar siete por un aprobado u once por un sobresaliente pero, en cualquier caso, sería más adecuado -de largo- que pasar del tema, como harías escogiendo cada uno por vuestro lado. ¿Y por qué? Porque esta es la única forma de que el coste total lo decida quien se beneficia del beneficio total.
En economía, a este fenómeno de no estar dispuesto a adoptar el mismo coste por una parte del beneficio que por el total se le conoce como el efecto free-rider, y se trata de uno de los principales motivos por los que se hace tan apropiada la toma de decisiones colectivas, en las cuales uno hace un sacrificio a cambio de que también los demás lo hagan.
¿Ejemplos? Los hay muchos, y cada día más, pero uno de los más notables es el de qué hacer con la pobreza. El reciente caso de Somalia, por ejemplo: Allí, mucha gente pasó hambre ante una falta de caridad por parte de occidente. Pero, ¿qué hubiera pasado si toda Europa y los Estados Unidos hubiesen votado sobre dar o no dar dinero a Somalia? El montante necesario para evitar la catástrofe humanitaria ascendía a 900 millones de euros. Sale a menos de un euro por habitante, un coste ¡ridículo! ¿Realmente era necesario que organizaciones de todo el mundo hicieran el sacrificio que hicieron para hacernos participar en la causa? ¿Por qué los ciudadanos no dábamos, sin más, un euro contra la miseria que azotaba a la región? La respuesta es tan triste como evidente: Porque no considerábamos que la molestia, que consistía más en buscar cómo donar que en gastarse el euro, sirviera para arreglar nada. De haberlo votado, sin embargo, no hubiéramos dudado un instante.
Hay muchos más: Defensa sería uno de los más notables. Todos los impuestos, de hecho, lo son: ¿Quién pagaría un impuesto voluntario?
Para interesados, existe una rama fascinante de la economía conocida como ‘Federalismo fiscal’ que se dedica, precisamente, a estudiar cómo deben organizarse los ciudadanos en la toma de decisiones.
En cualquier caso, éste es el tipo de concepto al que me refiero cuando hablo de lo atrás que está ya el debate entre socialismo y libre mercado cuando se lleva a sus extremos. No es una opinión: Es un hecho. Las sociedades existen, y son importantes, y las decisiones no siempre deben ser individuales, porque en muchos casos la toma de decisiones colectiva es la única manera de responder a determinadas necesidades.
1. Si lo que te preocupa es la realización personal, el beneficio es individual, y por tanto se sale del concepto que exponemos.
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lunes, 12 de marzo de 2012
La importancia de las decisiones colectivas
8:32
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