Cuando la manifestación del próximo 15 de Mayo llegó hasta mis oídos, lo hizo como algo relativamente vago pero coherente: La juventud del país, incapaz de encontrar un trabajo sin cruzar la frontera y con el sentimiento de estar siendo vapuleada por unas personas incapaces o irresponsables, había decidido salir a la calle para alzar su protesta. A protestar contra su situación, simple y llanamente; a hacer algo más que justificado: ¿Es acaso su trabajo saber cómo puede solucionarse su problema? ¿de verdad es su papel plantear las medidas necesarias para cambiar el rumbo de su situación? No, desde luego que no. Su único papel está siendo el de sufrir una circunstancia desgraciada. Salir a protestar hacia quienes tienen que cambiar eso, incluso cuando estos estuvieran haciendo bien su trabajo, es de lo más irreprochable que ha llegado nunca a mis oídos. Tal y como están las cosas, más que irreprochable, ¡es lo mínimo!
Tampoco es culpa suya no entender que, tras años de desarrollo económico, la estructura productiva de su país no les garantice un alimento dentro de unos meses, por mucho que estén dispuestos a trabajárselo. Pero nadie les argumenta nada, salvo que fue culpa del otro partido político y blablablá. Así, sería comprensible que las personas envueltas en el panorama, en especial las más afectadas, pusieran el pie en la calle para gritar, como mínimo, un “¡a mí que me lo expliquen!” que pondría en apuros a unos cuantos.
Sin embargo, estaba confundido: La manifestación tiene una plataforma detrás, que la organiza, y su objetivo, que es a la vez su lema, son oficiales: ¡Democracia Real YA!
Y algo en mí se emociona. ¿Puede ser que de verdad esté a punto de montarse un movimiento contra el antidemocrático sistema vigente es nuestro país? ¿En serio ha llegado el momento de salir a cambiar las cosas que nos alejan de la auténtica democracia? Empiezo a pensar en una serie de medidas, en la cabeza de demasiada gente, demasiado evidentes, como las que siguen:
- Sustitución del mecanismo de pequeñas circunscripciones, que conduce de una forma patética hacia el bipartidismo convirtiendo la mayoría de votos por agrupaciones minoritarias en un “tirar el voto a la basura”, por una circunscripción única, donde se primaría (que cosa más malévola) la voluntad del país en función del número de personas que piensan de la misma manera.
- Introducción del sistema a doble vuelta establecido en Francia, que permite votar en función de tus preferencias y no de cálculos electorales de la casa en una primera vuelta para votar a un “bipartidismo ajustado” posterior que permitiese el nombramiento de un gobierno relativamente estable.
- Obligación legal de cumplir las promesas electorales: En caso de verse el Gobierno en la obligación de cambiar de políticas de acción, habría de ser necesario volver a convocar elecciones de cara al nuevo planteamiento, por lo que la sensatez conduciría a unos programas electorales más sinceros y abiertos a diferentes situaciones en caso de que los políticos siguiesen con su manía de querer competir por mantener el poder.
- Posibilidad de votar a diferentes candidatos dentro de un mismo partido. Incluyendo ministerios.
- Prohibición de propaganda electoral, que sólo sirve para que los políticos empleen recursos en invitarte a votar sin considerar siquiera su programa.
- Obligación por parte de todos los partidos políticos a establecer medidas concretas cuando hablen de resultados a conseguir.
- Obligación a dichos partidos a publicar los informes técnicos necesarios que amparan sus medidas, para que los profesionales ajenos puedan estudiarlos y criticarlos a placer.
- Ilegalización de las entidades políticas a nivel nacional que pretendan beneficiar de forma exclusiva a uno de sus territorios.
- Imposibilidad para que un mismo partido pueda presentarse abiertamente a unas elecciones locales o autonómicas y a unas nacionales al mismo tiempo, fomentando una subordinación ilógica por unas razones imposibles de reconocer.
Son todas las que están. Seguramente no estén todas las que son, pero casi. Medidas coherentes que fomentan que el pueblo escoja de una forma pertinente las políticas que se seguirán; políticas identificables y expuestas a la crítica y opinión de los diversos expertos de cada materia.
Entonces, ¿parece que de verdad alguien de suficiente notoriedad ha dado el paso inicial para que cuantos piensan como yo, y somos unos cuantos, salgamos a la calle?
La frustrante respuesta es NO.
¡Democracia Real YA! es una organización que por democracia entiende que el poder debe estar en manos del pueblo, lección que le enseñaron bien en la escuela, pero que interpreta que el pueblo tiene unas voluntades concretas a imponer que se conocen perfectamente y que, por tanto, serán las que van a exigirse el próximo 15 de Mayo. Así, lanzan una serie de “propuestas que consideran esenciales” que quizás recuerden a muchos a las listas de medidas que publican los candidatos políticos en sus mítines electorales, y lo hacen de una forma categórica, concisa, como si cada una de sus propuestas no llevase detrás un tremendo debate. Cabe aquí decir que estoy de acuerdo con muchas de ellas, pero en absoluto lo estoy con otras, y si esta organización se presentase como plataforma política a unas elecciones en las que yo votase, no los votaría, a no ser que las propuestas por su oposición me pareciesen bárbaras.
¿Cuántas de las medidas anteriormente planteadas aparecen en su esquema? Pues ninguna. Simple y llanamente, ninguna. Sí aparecen otras como dar significación al voto en blanco (el cual ya tiene una significación, independientemente de que pueda faltar la opción de voto que se reclama), obligación a la banca de devolver el dinero al Estado (lo que en parte ya ha hecho, en unas condiciones que te hacen plantearte la inteligencia colectiva y política del país, pero lo ha hecho) y algunas otras que dejan a la literatura, como “fomentar la reducción de jornada y la conciliación laboral” pero aumentando, eso sí, los servicios sociales hasta terminar con las listas de espera en Sanidad, tener más profesores por alumno y dar 426€ al mes a los desempleados.
Me siento como Mourinho: ¿Por qué? ¿Por qué cada vez que alguien alza la voz para luchar contra lo mismo contra lo que yo quiero luchar tiene que ser una puta marioneta bailando al son de historias que poco o nada tienen que ver con lo que nos trata?
Así, ahora mismo, razones para acudir a la manifestación encuentro las siguientes:
- Es una protesta popular, engendrada con independencia de poderes políticos o sindicatos, y es la única en todo el caos que aqueja nuestro sistema. Si tuvieras más opciones de protesta, podrías considerarlas, pero no es así: Tan sólo es ésta.
- La intención es loable.
- No deja de llamarse “¡Democracia Real YA!”. Dado el circo mediático de nuestro país, las propuestas son algo secundario. La publicidad del evento repercutiría, triste pero afortunadamente, de una forma directa en una crítica al sistema democrático actual. Tal vez se despertase el debate.
- Quizás dar algo de notoriedad al acontecimiento pellizque determinadas conciencias amuermadas, y la acción en la red pase a ser una herramienta democrática: Debemos decir que es posible luchar por aquello que nos merecemos.
Las razones para no ir, ya están argumentadas. Vas a estar protestando por unas cuestiones, y no por otras. Tan sólo conviene tenerlo bien claro.
¿Mi recomendación? A poco interés que te despierte, tras leer esto, la convocatoria, habrías de acudir. No hay una elección real, es la única oportunidad, y tu presencia cuenta. A mí, me temo, no me despierta ninguno; incluso me pregunto si se trata de un paso atrás.
Mucha suerte en vuestra decisión, a expensas de decidir cuál va a ser la mía. Recordad que en cualquier caso, no sería la primera que sale mal, ni tampoco la última que saldrá bien.
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