domingo, 10 de abril de 2011

¿Qué es la economía?




¿Qué es la economía?
Dices mientras clavas en mi licenciatura
un puesto de trabajo en el Cónsum...
¿qué es la economía?
¿y tú me lo preguntas?
¡¿hijo de puta?!

Calderilla de la Banca 
(colaborador del blog)




Definiciones hay muchas, algunas más afortunadas que otras, pero como si no, porque nadie (ni siquiera en la facultad que corresponde) les hace ni caso. Es más, confieso que el término me ha llegado a meter en un dilema: Soy de los que gustan defender que una palabra significa lo que con ella se refiera en su uso, y si algo tiene el palabro “economía” es que se usa, y mucho: Adorna, excusa, llena nuestros telediarios y sentencia en los debates. Pero significar... pues no, no significa. “Hombre, algo significará”. Que no, ya te digo que, tal como se utiliza, no significa. “Joder, ¿cómo no va a significar?, lo que pasa es que significa muchas cosas...” Ah, acabáramos, ¿en plan comodín? “Ostias macho, pues no, son cosas... pues eso, de economía...”


Seamos justos: sí que hay algo que todos coinciden en señalar cuando hablamos de lo que trato: Poderoso caballero es Don Dinero. No exclusivamente: también están el paro, la pobreza, el todopoderoso PIB; toda una serie de adjuntos que varían en función de las noticias del mes, pero con un único factor común, el susodicho dinero.


Sea. Reviso un par de conceptos. Puede que no esté tan lejos de lo que intuía, al fin y al cabo. Está bien, pongamos que economía es lo único que para todos significa o “tiene mucho que ver”: dinero. ¿Y bien? ¿Qué es el dinero?


Me ofreces dinero, que no vale nada...
Fito&Fitipaldis 

Sí que vale, Fito, claro que vale. Y más de lo que a ambos nos gustaría. Es cierto, el dinero no puede comprar cualquier cosa, y la riqueza creciente de los últimos años parece estar indicándonos lo afortunado del argumento de que la felicidad no está en los productos que llevan etiquetado un precio. Sin embargo, el todopoderoso caballero va mucho más allá que eso:


El dinero no puede, hasta donde yo sé, comprarte un amor. Sucede que, con dinero, sí que puedes dejar de trabajar, o hacerlo durante menos horas, puesto que puedes sustituir ese dinero por lo que hubieras cobrado como salario. Si es lo que quieres, puedes dedicarte a conocer más gente, y quizás, quién sabe, encuentres a esa persona especial, o descubras por qué no la encuentras. O, si eres más afortunado, tal vez quieras dedicarle más tiempo a la persona a la que amas. O trabajar menos tan sólo por llegar menos agotado a casa. O dedicar un tiempo de tu vida a la reflexión para conocerte a ti mismo. “Tiempo, tiempo, tiempo”. Sí, pasa que el tiempo es una de las cosas más preciadas que un hombre puede desear, y con ello probablemente la principal razón de ser de la economía. Si de verdad estás saciado de bienes materiales (imagino que no pasarás sin comida, una cama, algunas paredes, probablemente un sofá, muy seguramente internet y, desgraciadamente, un televisor) dejas de tener necesidad de trabajar o, al menos, de trabajar tanto. Y esto, intuyo que coincidirán hasta los alemanes, es una ventaja fantástica.


Pero el tiempo libre tampoco lo es todo. En un mundo donde existen la pobreza, la desigualdad, la contaminación, y un sinfín más de problemas sociales, el dinero se ampara como la causa, es cierto (bueno, ya lo discutiremos), pero también la solución de todas ellas. Nada impide que un pueblo trabaje por encima de sus necesidades (que pueden ser, perfectamente, lo justo para vivir, si es lo que desea) para invertirlo en energías más limpias que no se imponen como las únicas por ser más caras, o en solidaridad, formación de nuevas generaciones, investigación, ¡cualquier cosa!


“Pero eso ya lo sabíamos”, pensará el lector, con razón. “Fuera de los temas de Fito, y de los cuentos de hadas/películas de Richard Gere, el dinero importa, y demasiado además”. ¿Sí? Será que me gusta llevar la contraria, porque descubro el farol, y me vuelvo al bando del cantante: ¿Y por qué es necesario el dinero? ¿Es que acaso no podemos trabajar sin él? ¿En el pueblo que trabajaba más para investigar, por qué no podría, simplemente, no haber dinero? Trabajamos de más para alimentar a los investigadores y procurarles material de trabajo, por lo que ellos pueden dedicarse a investigar: No hay más.


Y así nos vamos acercando: el dinero es una herramienta muy útil, pero, como tal -fuera de ese concepto de herramienta- no vale nada. Nadie come billetes, ni se viste con ellos, ni decora nada; es más, los billetes comienzan a ser una parte ridícula de la cantidad total de dinero, que se encuentra en los bancos en forma de numeritos electrónicos, por lo que pasa a ser, literalmente, ¡nada de nada! Si supiéramos cuantificar, recordar, controlar e intercambiar favores y trabajos, fabricar dinero sería probablemente la actividad más improductiva del planeta.


Efectivamente, no es el dinero lo que nos importa. Es todo lo que hay detrás de ese dinero. No sólo lo que se paga, sino también lo que se deja de pagar: Usuarios dispuestos a cobrar un salario inferior en un trabajo que en otro porque les gusta más el primero; sociedades humanitarias; personas que se cambian de casa para tener un perro, o que prefieren montarse un mueble que pagar a otro por que lo haga; ¡cienmil cosas! Economía no es dinero. Economía es, simplemente, elección. Y está de acuerdo con cualquier comportamiento, puesto que, como ciencia, no conoce de preceptos. Una economía puede ir mucho mejor que otra con un crecimiento del PIB inferior; tan sólo debe cumplirse que se adecue mejor a lo que desean sus ciudadanos.


Así, cuando una empresa farmacéutica no invierte en vacunas contra el sida “por razones económicas”, toca preguntarle: ¿Qué razones económicas? Bien, ya sabemos que la cirugía estética da mucho más dinero, mas, ¿para qué quieres tú ese dinero? ¿Lo necesita tu empresa para sostenerse? ¿Es lo que te permite competir contra el resto de grandes farmacéuticas? ¿O simplemente merecen más la pena unos ceros en las cuentas de los gerentes que la cura de la enfermedad del VIH? Y, de igual modo, cuando nuestro gobierno toma decisiones “por razones económicas” deberíamos sacudir nuestras cabezas y preguntar: ¿Cómo? ¿Es porque la sociedad prefiere destinar esfuerzos a otro objetivo (y por tanto la idea estaba fuera de lugar)? ¿O porque no nos lo podemos permitir? ¿Es, meramente, para maquillar un par de cifras? ¿Qué se está haciendo a cambio?


Etc, etc, etc...


Siendo técnicos, la definición más correcta que se ha dado en la literatura económica la ha dado Lionel Robbins:
La economía es la ciencia que analiza el comportamiento humano como la relación entre unos fines dados y unos medios escasos que tienen usos alternativos.
Lionel Robbins 


Aquí nos permitimos reformularla para conseguir una definición más intuitiva:
La economía es la ciencia social que estudia cómo debe comportarse un sujeto (que puede estar formado por un sólo individuo o por varios, como el caso de una sociedad) para maximizar su bienestar, siendo el propio sujeto el único conocedor de qué le produce dicho bienestar, y estando en todo momento sometido a su circunstancia.


¿En qué se pretende incidir? En que la economía no teoriza ni sostiene qué es aquello que nos lleva a decidir, qué nos reporta bienestar o hacia qué queremos tender. Por eso es tan jodida. La economía tan sólo pretende ejercer de mecanismo en el que tú introduces tus preferencias, y ella te dicta cómo actuar.


Otra cosa muy distinta es que, si te quieres poner a comparar resultados, no puedas comparar bienestar social y sí puedas comparar el dichoso PIB. Y que haya algunas relaciones indeseables que nos obligan a sacrificar algunas políticas, en principio, beneficiosas, en pos de un sostenimiento de la calidad de vida. Pero de todo esto ya hablaremos otro día.


Por favor, no dejemos que nos engañen. La humanidad ha conseguido maravillosos avances estudiando cuanto le rodea; es hora de empezar a atreverse a fondo con aquello que ella misma, día a día, conduce y crea. Porque sólo así conseguiremos ser capaces de alcanzar lo que quiera que nos merezcamos, y algunos apostamos porque es un mundo mucho mejor que el nuestro.


Y queda con esto inaugurado el blog, muchísimas gracias a los (poquitos) lectores que le hayan dedicado un rato. Próxima entrada: ¿Qué NO es un economista?